En la noche en que él fue capturado antes de su crucifixión, Jesús ensañó que lo que iba a suceder fue por el perdón de pecados, un nuevo pacto. Aquella noche fue la noche de la Pascua, que recuerda al pueblo de Israel de la salvación de la esclavitud en Egipto. En equella época, Moisés ordenó a el pueblo hebreo que todos mataren un cordero y pusieren su sangre sobre su puerta para que sobrepasara la muerte. La sangre de Jesús es lo que atona para nuestro pecado, y que nos da la salvación, si la aceptamos. En la misma manera, Dios iba a instituir un nuevo pacto por la sangre del Mesías con Israel. Si eres judío, creer en Jesús no es abandonar a tu pueblo o identidad, mas es acercar a tu Dios, el Dios de tus padres Abraham, Isaac, y Jacob, por una puerta y revelación viviente. Solo hay que contestar en fe, andando en las huellas, en la misma manera, de tu padre Abraham.