No tenemos que temer.
Al pensar del tesoro y misterio verdaderos del evangelio - Dios Omnipotente muriendo solemnemente en una cruz por mi pecado, desnudo, avergonzado, desconocido, todo por mi eterna salvación y seguridad - el mero pensamiento de ello me hace ver seguramente cuán inútiles y relativamente sin sentido son las cosas, las riquezas de este mundo. ¡No hay conocimiento, riqueza, tecnología, contento, o gusto por la vida, fuera de Dios que es digno de comparar a nuestra salvación! La mensaje cristiana trasciende propósito concebido por los humanos.
Cuando considero el Señor Jesús en la cruz, pienso también en nuestro hermano el apóstol Pablo, contemplando la revelación de la gracia del Dios de sus antepasados - revelada en una manera en que si fuera no por la gracia del Señor que se desbordó a él para abrir sus ojos, no tuviera ni oportunidad de entender (véanse 1 Timoteo 1:12-14), y a la vez considerando las inescrutables, inefables riquezas regaladas a él, de lo que realmente el evangelio es, cuando dijo:
Siempre ha sido un asunto que he contemplado, entender que estaba atrás de esta “aye”, y lo que le empujó a él. ¡Creo que no estaba hablando desde un miedo de castigo, sino desde una convicción eternamente profundo y asombro! Esta revelación de gracia le empoderó y constantemente le transformó de gloria a gloria mientras sirvió al Señor como apóstol.
Cuando pienso en esto y mi propia vida, temo el peso de la gloria del evangelio que está dentro de mí...Es un verdadero tesoro, y compartirlo con otros por decirles de ello es una cosa tan importante eternamente que, cuando lo guardas dentro, eso puede ser angustioso. Cuando ves y sientes los granos de arena de los días de tu vida envaneciéndose y sientes este cargo aparentemente dañándote por dentro, no estás solo. Te puedo afirmar eso seguramente.
Cuando yo siento que he seguido un camino de días “perdidos” o siento que no he hecho bastante a la luz de la insondable verdad de la realidad del evangelio, queda que todavía puedo apreciar mi propia salvación, y asombrarme de la gran gracia de Dios hacia mí, fuera de eso, creo que no puedo hacer nada. Espíritu Santo, ¡obra Tu obra! Es solo por Ti que estoy salvo, y yo soy un siervo dispuesto, aunque temeroso y desobediente. Esto es mi oración.
Lo que quiero decir es que, aunque sentimos que nos estamos perdiendo los días de nuestras vidas a la luz de la eternidad y el evangelio - o no utilizándolos adecuadamente, siempre no debemos que temer. El poder de Dios, Su amor, y Su gracia son suficientes para cumplir y hacer a pasar el único mandato de lo cual es digno Su evangelio:
Que cada persona en esta tierra oiga el mensaje de Su muerte por sus pecados, Su resurrección y Su señorío y Su estar vivo el día de hoy, en una manera en que lo puedan entender, para que puedan ser capaces de decidir por sí mismos si lo aceptarán y ser salvados o no, antes que se fallezcan.
Podemos estar paralizados por el mero pensar en lo que portamos, y de lo que está en juego (las almas de seres humanos), y nuestra inacción o percibida insuficiente acción. Aún así, Dios es capaz de hacerlo - es capaz de levantarse de las cenizas de nuestra inactividad otra vez en pleno poder, por Su propio poder. No es nosotros, sino El que está en nosotros que siempre se levanta, y que estará a la altura de las circunstancias.
Nuestro consuelo, nuestra fuerza, nuestro milagro que nos sustenta, es que el Señor Jesús mismo está siempre delante de nosotros vivo. Él conoce nuestra dificultad, y solamente sabe la medida completa de Su gloria.
Es solo por Su cruz que somos salvos, y solo por Su vida que vive hoy que estamos sustentados. Él mismo está con nosotros - el autor el perfector de nuestra fe. Él nos hará perfectos, no tenemos nada que temer. Su amor es más que la vida, más que el fallo, más que el remordimiento y quita todo temor, el temor del peso de la eternidad sobre nosotros.
No estamos solos. Él está con nosotros. Está siempre delante de nosotros cara a cara, y no tiene ni sola una preocupación. Lograremos. No fallaremos. Su presencia es Su poder y puede hincharse por toda la tierra en un instante. Él es capaz de inundar toda la tierra con sí mismo mientras nos paramos delante de Él, contemplando nuestro pertenecer en Sus ojos, no conscientes de que algo más se está sucediendo. Esto es la profundidad de Su poder y amor.
Estaremos sustentados por el poder de Su presencia, y Su amor que fluye naturalmente de Él inagotablemente. Su compasión nunca se pueda terminar. Puede brotar a tocar a cada persona en esta tierra. Esto es Su hecho, Su poder, Su historia, y Su gloria. Simplemente contemplemos Sus ojos. Solo contemplemos a nuestro Jesús, y seamos completos. Su amor es poder suficiente para todo, todo el tiempo. Él es el protector de toda posibilidad, y el creador de nuestra valentía.